Por Nora V. Panchuk

Y una vez más, por esas  “casualidades” de la vida me crucé con el cuento del tesoro enterrado.

Sí, es verdad, no es casualidad que me gusten los cuentos, es que son inspiradores, son bondadosos, se dejan leer y releer tantas veces como uno quiera y en cada lectura una mirada distinta, una asociación, una analogía, un recuerdo, un nuevo pensamiento, un nuevo ¨click¨.

Y pensé en el viejo de Cracovia que viajó hasta Praga para encontrar el tesoro que soñó enterrado debajo de un puente. Todo un largo viaje, un gran esfuerzo, para llegar a ese lugar soñado y escuchar de boca de otro que ese tesoro en realidad estaba enterrado en Cracovia, en su casa, debajo de su cocina. Y así fue, volvió y allí lo encontró.

Como se imaginaran este cuento, breve y simple, (como lo son tantas cosas que por serlo las dejamos pasar sin prestarles atención, pero eso es otro cuento), me llevo a pensar en el Coaching.

Pasamos mucho tiempo, demasiado, buscando nuestros tesoros en lugares ajenos y por ello, equivocados.

Buscamos la mirada de los otros para poder vernos, buscamos las respuestas a las preguntas que pocas veces nos hacemos.

La tarea del Coach, tal vez tan breve y simple como el cuento, es básicamente ayudarnos a cavar en el lugar correcto. 

Son las preguntas provocadoras, es la confianza en el cliente, es el placer por el éxito del otro, es saber escuchar y preguntar, y es…que más y que más y que más, y tantos  “quemases” como sean necesarios para llegar al fondo del pozo. Una buena pala, equivale a una buena pregunta.

El Coach es quien te orienta para que dejes de buscar en los lugares equivocados.

Porque finalmente el Coaching es esa herramienta que bien utilizada, te va a permitir darte cuenta que es necesario empezar a buscar debajo de tu lugar y que no hay que viajar a Praga para encontrar el verdadero tesoro.

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