Matilde Pérez

Coaching para mujeres. Expectativas altas riman con mejores resultados

Matilde Pérez

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       El refrán que dice: “no es más rico el que más tiene, sino el que menos desea” es un mensaje que forma del estereotipo del que las mujeres no se distancian. Las mujeres que no deben desear, que se deben conformar con lo que tienen, esas son las mujeres buenas. Se trata de la cuestión de las expectativas bajas, un verdadero problema que influye para que la mujer identifique la satisfacción a un nivel modesto que conduce al estancamiento. Son muchas las mujeres que esperan poco y que consiguen poco; esperan ganar menos, no promocionarse, no tener poder. Todo ello supone una predisposición a la falta de reconocimiento, a conformarse con menos y a alejarse del mundo “duro” de la ambición. Los mandatos sociales son severos.

       Es importante tener objetivos concretos y desafiantes, esos son los que mejoran los resultados. Es indispensable tener confianza en sí mismo, ya que las personas que cosechan más éxitos son las que tienen más confianza en sí mismas y más tolerancia a la frustración.

Percepciones y oportunidades

       El índice de percepción se utiliza cada vez más para analizar la salud. Las personas que tienen una percepción de su salud buena, tienen mejor salud que aquellas cuya percepción es mala. Muchas mujeres perciben incompatibilidades y situaciones negativas donde podrían percibir oportunidades.

       Muchas mujeres dicen que lo más importante son sus hijos, su familia, dicen que eso es lo más genuino de su destino. Por ejemplo, Maribel, una mujer de 46 años, ingeniera, me comentaba que después de haber trabajado durante años, lo había dejado todo para dedicarse a sus dos hijos y a su marido. La situación le pesa de manera exagerada; ha perdido su autoestima y le falta la actividad profesional, a tal punto que está poniendo en peligro lo que es su objetivo mayor: su vida familiar. Después de quejarse de su situación, acaba diciendo que lo que le pasa es la herencia de su madre, que nunca trabajó, herencia de la que no se puede deshacer. El estereotipo es tan fuerte que la mentalidad de su madre se ha impuesto en su vida actual y la ha atrapado.

       ¿Hasta cuándo esa culpabilidad? ¿Es ese el destino de esta mujer tan inteligente? ¿Cuándo pensará que ha pagado lo suficiente? ¿Es justo que desperdicie oportunidades, que devalúe su tiempo y sus capacidades? ¿Por qué percibe incompatibilidad entre sus hijos y su trabajo?

Las comparaciones

Acostumbradas a hacer por amor y no por dinero, las mujeres continúan deshaciéndose de sus habilidades y profesiones. El amor se convierte en un factor limitador y acaban conformándose con las migajas: no trabajar, trabajar poco, trabajar por poco dinero. Pero las mujeres pueden hacer otras comparaciones. No es correcto que Maribel se compare con su madre, sino con sus pare, y en su caso es fácil, puesto que su propio marido es compañero de facultad y también ingeniero. Para juzgar su valor, las mujeres tendrán que atreverse a hacer comparaciones más justas y sensatas, y a estar seguras de que merecen más oportunidades de las que se permiten tener.

Por evitar

Para salir de la trampa de las bajas expectativas, es necesario hacer un mapa de la situación propia. Para tomar distancia es necesario elegir ponerse en la piel de un personaje, negociar para él, conversar acerca de las opciones que tiene, de las que utiliza y las que no; hacer un listado de las habilidades de ese “otro” y pensar en términos de lo que es justo e injusto. Si se llega a la conclusión de que se está infravalorando o que se obtiene escaso rendimiento de sus cualidades, hay que pensar  qué podría hacerse para mejorar. Esta autorreflexión y monólogo es válida y necesaria hasta que la mujer se acostumbre  a tratarse de manera más justa, a valorarse más y a seguir los pasos del reconocimiento profesional y económico.


Para aplicar

Como mujer:

– Planifícate y establece tus objetivos teniendo en cuenta que si son concretos, reales y desafiantes conseguirás más resultados.

– Los resultados te darán seguridad y confianza.

– La confianza te permitirá ser optimista y perseverante.

– Infórmate, pregunta, investiga, prepara las cosas. La información te dará poder.

– Manejar estas variables te permitirá familiarizarte con el riesgo y arriesgarse tiene recompensas. El riesgo no es un valor femenino pero, ¿por qué no desafiar al statu quo? ¿Por qué no alejarte un poco de lo trillado y romper las reglas? ¿Por qué no sortear el inmovilismo?

– Presiona un poco, primero, al entorno hasta que te acostumbres a domesticarlo. Los hombres aprenden a presionar desde pequeños y las mujeres a ceder. Sin embargo, algunas mujeres aprender a presionar. Hazte una de ellas.

– No digas eso de que “a mí me da igual”, “yo no me voy a meter en esto”, “eso es cosa suya”. Las cosas te pertenecen. Tienes derecho a influir y a exigir.

– Todo esto representar el inicio de una nueva estrategia de éxito.

Da un giro hacia lo que te mereces.

Logra el reconocimiento que está a la altura de tu capacidad.

Para conseguir más: coaching, planificación y acción.

(La autora es Dra. en Ciencias Sociales, Especialista en Management y Habilidades Creativas, Formadora egresada de TISOC Coachville y Directora del Proyecto COACHING PARA MUJERES).

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