Por Dionisio Contreras Casado
Hace unos meses conocíamos que, en 2007, los españoles batíamos el record en minutos de permanencia frente al televisor, superándonos a nosotros mismos, y situando dicho record en 223 minutos diarios, seis minutos más que los que obtuvimos para 2006, lo que equivale a 3,7 horas de televisión diaria.
Tras un estudio que tuvo lugar en universidades del norte de los EE.UU, una de las investigadoras y responsable de la Escuela de Salud Pública, la doctora Kamila Mistry, alertó: “Limitar la exposición de los niños a la televisión en niveles aceptables de tiempo, puede reducir los riesgos de problemas sociales y de comportamiento en los niños”. Además de incidir en la importancia de reducir el tiempo de visionado de televisión lo máximo posible, haremos unas reflexiones para hacer un uso de ella creativo y positivo, cuando estemos frente a ella.
El modelo que, en ocasiones, nos ofrece la televisión sobre la agresividad y violencia, el consumo de drogas y el comportamiento sexual, puede fomentar la tendencia a imitar estos patrones, ya que se suele presentar de un modo muy embaucador, sobre todo para personalidades que se están forjando y modelándose. Parece que es evidente que las personas que miran muchos programas con contenidos violentos, fomentan esta tendencia hacia la agresión. Recordemos a este respecto que en 1992 las palabras de un joven homicida múltiple que mató a su primera víctima imitando una escena de la película Robocop II, fueron: «En la película vi cómo le cortó la garganta a una persona, luego tomó un cuchillo y la rajó desde el pecho hasta el estomago y dejo el cuerpo en cierta posición. A la primera persona que asesiné le hice exactamente lo que vi en la película«. Los niños son excelentes imitadores, y de hecho gran parte de lo que aprenden, lo hacen por imitación.
Por otro lado, en lo que a publicidad se refiere, se estima que un niño se expone en un año a unos 20.000 anuncios. Además de los riesgos de construir una personalidad consumista, en la que se interiorice la idea de que todo se puede conseguir con dinero, están los riesgos que conlleva el consumo del producto anunciado en sí. Si nos centramos en la publicidad diseñada para alcanzar a los niños, la alimentación anunciada es de productos muy azucarados, como dulces y cereales con azúcar. Siendo prácticamente residuales y anecdóticos los anuncios de carne, leche, pan y zumos dados por la tele durante las horas de audiencia infantil. Esta desproporción de productos en la alimentación anunciada, puede generar en los niños una mala interpretación de cómo deberían comer.
Quizá sea la publicidad uno de los aspectos televisivos que más puede deteriorar el desarrollo emocional de cualquier persona, en especial de los niños, porque nos aleja de nuestras necesidades reales, para pasar a generar necesidades ficticias, o incluso dañinas. Es difícil enseñar a analizar críticamente la realidad, ya que los anunciantes tienen grandes presupuestos y personas altamente cualificadas para diseñar sus estrategias y sus campañas, y sin embargo los niños, y muy a menudo los adultos, no tenemos las suficientes habilidades para enfrentarse críticamente a estos mensajes, que en ocasiones son tentadoras promesas exageradas de bienestar y felicidad.
Parece preciso crear un ambiente de protección para que los niños, y también los no tan niños, puedan tener un libre desarrollo de sí mimos, y no sean lastimados por la imagen de un mundo aterrador y violento, en el que la felicidad y la dicha vienen de la mano de bienes de consumo anunciados en los comerciales de las pausas publicitarias.
Si te interesa saber más, te recomiendo mi otro artículo donde hablo de la violencia en el trabajo.
Dionisio Contreras Casado Educador Social. Experto en Drogodependencias. Formador de Inteligencia Emocional.