Mtro. Alfredo Chávez Zepeda
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¡Como hueso de aguacate!
Alfredo Chávez
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–¡¿QUÉ ES ESTO?! – pregunto con voz firme el entrenador, mientras aquellos doce muchachos con miradas perdidas aun buscaban acomodarse dentro del vestidor, se miraban desconcertados unos a otros y se preguntaban: -¿Acaso se volvió loco?, ¡sólo esto nos faltaba!
-¡Estamos perdiendo, jugando mal y para colmo, el entrenador se vuelve loco!- comentó Fernando.
-¡Si, nos están pateando el trasero! ¡Yo jamás había jugado tal mal, no sé lo que me pasa!- replicó Alexander.
-¡Se llama miedo, soquete, apenas supiste quién era el rival y las piernas te comenzaron a temblar!- contestó Joan.
Aquellos cometarios, burlas y reclamos fueron interrumpidos abruptamente por la voz del entrenador, quien con tono exigente volvía a preguntar:
-¡Dije: ¿qué es esto?!
Todo mundo quedó en silencio dentro del vestidor. El entrenador permanecía inmóvil frente a ellos, con mirada confiada, pero retadora. Mientras los miraba fijamente, les mostraba con un brazo extendido al frente un objeto entre sus dedos.
-¿Es un hueso de aguacate?- preguntó Miguel.
-¡Así es Mike, tienes buena vista, pero veamos qué tal andas de visión!- replicó el entrenador.
-¿Y cuál es la diferencia?- preguntó Samuel.
El entrenador contestó, mientras ponía aquel objeto justo a unos centímetros de la nariz de Samuel:
-La vista está determinada por la capacidad de los ojos para captar la forma y el color de las cosas.
-¿Y la visión?- preguntaron unánimes.
-La visión está determinada por la capacidad de tu corazón para soñar y poder creer en aquello que se puede llegar a ser, pero aun no se es; se trata de una condición única de los seres humanos que nos permite ver más allá de lo que nuestros ojos pueden ver, así que… Si le ponemos visión a este hueso de aguacate, ¿que ven aquí?
-¡Yo sigo viendo un hueso de aguacate! – contestó Raúl y todo mundo comenzó a reír.
-¡Yo veo un árbol de aguacates!
-¡Ah sí, pues yo veo una empresa exportadora de aguacates!
-¡Perfecto!- agregó el entrenador, con una sonrisa que apenas se esbozaba en su rostro.
-Pero, ¿están seguros de que se puede lograr todo esto que dicen a partir de esta insignificante semilla?- retó el entrenador.
-¡Por supuesto que sí!- aseguró Alexander. – Solo es cuestión de sembrarlo y cuidar el arbolito hasta que crezca y ya.
¡Así es!- continuó el entrenador- – Esto que para unos es un simple hueso, para otros es una semilla llena de potencial, capaz de crecer y llegar a ser un gran árbol y de ahí muchas cosas más; ahora bien, esto es sólo una semilla, con potencial de vida, y le llamamos vida latente porque no se ve, pero sabemos que está ahí. Y si este hueso de aguacate puede llegar a ser todo eso que ustedes dijeron, ¿qué tanto pueden llegar a ser ustedes, que no son unos vegetales? ¿Qué tanto potencial hay dentro de cada uno en este momento, esperando que tomen el valor de decidir ser los mejores?
Muchachos, ¿no se dan cuenta? Ustedes están cargados de poder y perfección para llegar a ser lo que ustedes quieran ser, sólo tienen que ponerle visión a su vida, soñar, tener fe y entonces trabajar duro, creyendo que hay un futuro lleno de gloria esperando por ustedes. El futuro se escribe en este momento, se decide creer en él, se forja con acciones.
Muchachos, no importa lo que pase hoy al término de este juego, ¡importa lo que en este momento creen que pasará y lo que harán aquí y ahora para que eso que creen suceda! No importa sentir miedo, importa decidir hoy que el miedo no les robará lo que por derecho les pertenece: ¡su felicidad!, ¡su pasión!, ¡sus ganas de triunfar! Hoy cada uno de ustedes decide si creer en esa basura que dicen allá afuera, ¡que somos unos perdedores y que no tenemos madera de campeones! El que lo crea, ¡tome este hueso de aguacate y salga de aquí!
Porque aquí hoy se quedan conmigo los que han decidido creer que hay un futuro glorioso para este equipo, los que están dispuestos a enfrentar sus temores y limitaciones mentales. Comprendan que el éxito no depende del marcador final, sino de cómo se juega cada segundo ahí dentro. Así que, aquel que hoy decida ser valiente y exitoso, el que esté dispuesto a poner todo su corazón, comprometiéndose consigo mismo y con sus compañeros a salir y dar lo mejor que tiene hasta el último segundo de este juego, aquel que hoy decide hacer la diferencia, venga aquí al centro y ponga su mano sobre la mía, porque hoy necesito su corazón para ganar este campeonato.
Cada uno de aquellos doce muchachos de tercero de preparatoria comenzó a ponerse de pie. Todos unieron sus manos al centro, donde su entrenador mantenía la mano derecha firme por debajo y sosteniendo las de todos. En medio de aquella emoción, el entrenador dejó salir un grito ensordecedor diciendo: -¡¡¡Halcones!!! ¡¡¡ ¿Quién se queda conmigo?!!!
Todo el vestidor se llenó de gritos de victoria, mientras «Los Halcones» saltaban a la cancha con la actitud de un guerrero poderoso, al tiempo que el entrenador, que caminaba detrás de todos ellos, se mecía los cabellos y decía para sí. ¡Bien, ahora sí habrá un campeón digno!
(Mtro. Alfredo Chávez Zepeda es Master en Gestión y Dirección de Empresas Deportivas por la Universidad Pompeu Fabra en Barcelona, España y Licenciado en Educación Física por la Escuela Superior de Educación Física México. Diplomado en Entrenamiento Deportivo de Alto Rendimiento y entrenador colegial de baloncesto. En el campo del Coaching, es Coach Personal, Ejecutivo y Facilitador Autorizado bajo licencia para el programa Directivo-Coach «La expansión del Capital Humano» por The International School of Coaching (TISOC), Barcelona España. Coach Alfred ha sido Management Coach así como entrenador físico y mental de deportistas de 1er nivel en «Sánchez-Casal Academy» una de las academias de tenis de alto rendimiento mas importantes de Europa. Es director general y fundador de Athlos Sport Consulting, asesor en Coaching deportivo para deportistas de alto rendimiento, entrenadores y directivos en el deporte y la empresa).
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