Por Dionisio Contreras Casado
La “VI Encuesta Nacional de Condiciones de Trabajo” desvela que un 17% de los trabajadores no recibe ayuda de sus superiores cuando la solicita, que un 10% señala como muy molesto y preocupante la relación que tiene con su jefe, y que casi un 3% (un 3,4% en el caso específico de las mujeres) manifiesta haber sido objeto en los últimos 12 meses de conductas de acoso psicológico por parte de sus superiores, también llamada mobbing. Estos últimos, dicen que esta exposición a conductas de acoso psicológico han derivado en una sintomatología cuyas señales más destacables son: insomnio, sensación continua de cansancio, dolores de cabeza, mareos, dificultad para concentrarse, bajo estado de ánimo, y un ramillete más de síntomas indeseables. Pareciera que nuestra felicidad depende en gran medida de la relación con nuestros jefes.
Es necesario reseñar también que un clima laboral negativo, repercute en los beneficios, haciendo mermar la cuenta de beneficios. Está extendida la creencia de que son los líderes agresivos, engreídos y arrogantes los más exitosos. Éxito de jefes asociado a su capacidad autoritaria del que por todos los lados nos llegan noticias.
Sin embargo esto parece que está en cuestión, ya que cada vez hay más estudios que aseguran que si el líder tiene un estilo emocional positivo, y por lo tanto genera un clima de trabajo armonioso, la cuenta de beneficios es mayor, puesto que los trabajadores, lejos de dar sólo lo que se les pide, ofrecen lo mejor de ellos mismos, en el desarrollo óptimo de sus funciones.
Sí, a la inversa, a los trabajadores les desagrada el trato que les da su jefe, se sienten a disgusto en su puesto de trabajo, tienen miedo a relacionarse o a pedir lo que necesitan, se van a limitar a cumplir estrictamente con su función, lo que a la larga, acaba resultando desventajoso para la compañía. Jefes que no saben gestionar adecuadamente sus emociones, por ejemplo su rabia, y explotan a menudo y con relativa facilidad, pueden generar la ansiedad de los trabajadores que tienen a su cargo, lo cual, irrebatiblemente, acaba repercutiendo en los resultados comerciales de la empresa que administran.
La principal diferencia existente entre superiores o líderes emocionalmente inteligentes y aquellos otros que no lo son, no es que aquellos tiene más habilidades técnicas, más conocimientos, mejor currículo académico, o mayor coeficiente intelectual; la diferencia, es el modo en que gestionan sus emociones y las relaciones, su capacidad para empatizar con sus trabajadores, de motivar al grupo, de perseverar en el trabajo, y sobre todo son jefes que articulan todos los valores compartidos por la plantilla, con el objetivo de que sus integrantes encuentren un significado a su trabajo, ya que encontrarlo es el principal factor de protección del estrés y sus síntomas. A este respecto señalamos que la encuesta a la que hemos hecho referencia anteriormente, señala que el 28% de los trabajadores dicen tener afectada su salud por el estrés y más de un 6% por la depresión y el insomnio.
Todo aquello es lo que realmente los hace jefes estrella. Por lo que, cuando un jefe es emocionalmente inteligente, dedica más tiempo a conocer mejor a los trabajadores, a entablar relaciones armoniosas entre sus empleados y a cooperar con ellos. Un líder que optimiza sus recursos, toma sus decisiones teniendo en cuenta el mayor número de puntos de vista (lo que no significa renunciar a la autoridad inherente a su puesto), ya que la decisión resultante tendrá un impacto mucho más efectivo. Un jefe emocionalmente inteligente conoce la humildad.
Culturalmente, asociamos las labores de los jefes, al mal carácter y a estrategias directivas basadas en el ordeno y mando, y así a menudo nos enfrentamos a jefes narcisistas que parecen sentirse queridos y adulados por el mundo en general, y cuya principal desventaja de ser un trabajador a sus órdenes, pudiera ser la gran cantidad de agravios que tienes que soportar debido a su carácter aborrecible e inconsistente. Mejor no describir como actúa los días que no se siente adulado por su particular universo.
Por todo ello, a nadie más que a un líder se le puede pedir una correcta gestión de sus emociones.
Dionisio Contreras Casado Educador Social. Experto en Drogodependencias. Formador de Inteligencia Emocional.