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Por M.Sc. Christian Boyer S.

En este mundo tan lleno de matices, olores, sonidos y sabores; nuestras formas de reaccionar ante todas estas experiencias se dan por medio de “mapas mentales”. Estos mapas nos ayudan a ir formando conceptos y reacciones ante cualquier estímulo que se presente.

Una experiencia X puede darse varias veces, o sólo una vez; dichos mapas nos muestran la manera de cómo hacer frente a determinada situación, apelar a nuestra experiencia y la forma en cómo fue resuelta o vivida, ¿cómo nos enfrentamos a tal circunstancia? y ¿qué resultado obtuvimos sea este positivo o negativo? y la forma en cómo puede cambiar el accionar para que si se volviese a presentar algo similar,  tener mecanismos de afrontamientos para sobrepasar exitosamente dicha eventualidad.

Los mapas mentales los podemos alimentar y construir en base a hábitos que podremos describir como, tendencias a realizar una misma acción ante determinadas situaciones, en otras palabras, cómo vamos uniendo distintos eslabones en una cadena de pequeñas acciones que entrelazadas  nos llevan a un producto o meta final.

Los hábitos también nos pueden ayudar  haciéndonos ver que el rumbo que estamos tomando nos va a llevar a buen puerto, es decir, siempre es positivo ver que a lo largo de proceso existen señales que nos hacen ver que el resultado será el esperado y que vamos por el camino adecuado.

Ya vimos el lado positivo de los hábitos que llevan a buen destino pero, ¿qué pasa con los otros que nos aferran como si fueran grilletes a cometer los mismos errores una y otra vez?  Son estos los que obstruyen el cambio pues caemos en la costumbre de reaccionar o proceder de semejante forma ante una circunstancia que amerita un cambio de maniobra y producen una crisis personal además de una resistencia a implementar nuevas estrategias para encontrar distintos resultados.

Lo más recomendable ante dicha situación sería reevaluar ¿por qué queremos este cambio? ¿se relaciona con mis valores? ¿con qué recursos cuento para hacer este cambio que requiero? ¿a quienes favorece o desfavorece hacer este cambio? Estas preguntas específicas nos pueden guiar, además de motivar, para emprender el viaje hacia el cambio real y sobre todo comprometernos y mantener acciones sostenidas en un marco cronológico.

Ningún cambio es sencillo ya que requiere de un esfuerzo bastante considerable para que este se mantenga a lo largo del tiempo. Acá volvemos a tocar el tema de los hábitos que, cuidadosamente tienen que ser reemplazados por unos nuevos. En este caso si podemos decir que un clavo saca a otro clavo pues, la mejor fórmula para lidiar con un hábito muy instaurado, resulta precisamente suplantándole por otro hábito en el cual, poder concentrar nuestra energía y enfoque.

Hay formas de robustecer estos hábitos y es por medio de las llamadas anclas. Las anclas pueden actuar desde la manera que para cada uno de nosotros nos es más fácil comprender nuestro entorno (llamado sistema de representaciones): puede ser desde lo visual, auditivo, olfativo o de sensaciones. Poniendo un ejemplo de una persona que tiene más desarrollado su sistema de representaciones  auditivo, perfectamente una canción (en este caso sería el ancla) le puede promover un estado anímico enfocado al objetivo que se pretende alcanzar, es decir, está siendo instrumento para proseguir el camino destinado a alcanzar el objetivo deseado.

Una persona que se dedica a meditar, busca melodías que mantengan su estado de concentración y disposición hacia la concentración, la imaginación y relajación entre otras. La música que puede promover ese estado sería una que tenga tonalidades sutiles y armónicas que promuevan alcanzar el estado deseado, ahí se manifiesta el ancla y se genera el hábito.

En resumen un cambio tiene que realizarse enfocados  en alcanzar un objetivo, revisar valores que son base de la motivación, a quien puede afectar dicho cambio y que hábitos estoy dispuesto a sustituir y si lo podré mantener a lo largo del tiempo, ¿qué estrategia de implementación y cambio utilizaremos? La herramienta del coaching podría ser muy efectiva para este nuevo paso crucial para que el cambio sea de adentro hacia afuera, o sea perdurable.

Christian Boyer es Coach Ejecutivo con amplia experiencia en Competencias Blandas para Gerentes, Desarrollo de Equipos,  Liderazgo, PNL, Inteligencia Emocional, Análisis Transaccional. Tiene una Certificación Internacional en Coaching Ejecutivo y LifeCoaching por The International School of Coaching de España. Licenciado en Psicología Clínica y con una Maestría en Psicología Industrial y Organizacional.

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