Por Dionisio Contreras Casado
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Hace poco conocíamos que un 84% de los funcionarios no se siente motivado en su trabajo, y un 61% dice no sentirse en un ambiente facilitador, en su puesto de trabajo, para llevar a cabo su tarea. A esta escalofriante conclusión llega una encuesta realizada por Gestha, realizada a 4200 funcionarios públicos.
No es una situación “privilegio” de los funcionarios, el ambiente de trabajo es una de las mayores preocupaciones de muchos empresarios que no dejan de ver como buenos trabajadores dejan de trabajar para ellos, alegando el ambiente de trabajo. Ellos saben bien, que es uno de los factores que más valoran los trabajadores, y así en las entrevistas de trabajo no es extraño ver ofertas en las que se puede leer: «agradable ambiente laboral». Lo que no sabemos, es si entienden por ambiente laboral lo mismo que nosotros.
Falta de planificación, de organización laboral, excesiva carga de trabajo, falta de reconocimiento personal, sistema de incentivos poco proporcionales, poco respaldo de los superiores, envidias y competitividad o falta de independencia a la hora de tomar decisiones, son las razones aludidas para argumentarlo. Las diferencias salariales también son generadoras de un mal ambiente de trabajo, y tratar de evitarlas a toda costa, es una máxima en cualquier empresa u organización, grande o pequeña.
Algunos achacan el mal ambiente en el trabajo a una persona indeseable. Parece inevitable: tarde o temprano, siempre se acaba topando con alguno, y en el trabajo los ejemplos abundan. Si para colmo el indeseable es el jefe, uno lo puede llegar a vivir como una auténtica pesadilla, y quizá lo peor sea que, ellos nunca caerán en la cuenta de la gran responsabilidad que ellos tienen en la generación de ese clima, y de los graves perjuicios y pérdidas, que su estilo de mando, causa a la empresa. Esta clase de líderes utilizan la murmuración, la ofensa, la amenaza, y la exigencia de obediencia ciega, como principios de su mando. Su carta de presentación es su desmesurada ambición, y el resultado: un clima de trabajo malsano que hace que a los trabajadores les resulte muy difícil encontrar la motivación suficiente para levantarse cada mañana.
El lamentable ambiente que se respira en algunos puestos de trabajo, en ocasiones, es tan patente y tan evidente, que hasta para un extraño que llegara de visita, resultaría fácilmente detectable. Ni que decir tiene, en lo irrespirable que se convierte para los que tienen que pasar ocho o más horas diarias allí.
Por otro lado, la empresa de recursos humanos Adecco, en una encuesta denominada «¿Qué quieres ser de mayor?», realizada a más de dos mil niños, llegó a la conclusión de que los niños españoles piensan que el dinero no da la felicidad, y solamente el 19,8% de los pequeños antepone ganar mucho dinero a ejercer el trabajo que les gusta, por lo que el 75% de los niños españoles cree que el dinero no da la felicidad y dan más importancia a hacer lo que quieren hacer, en un buen ambiente de trabajo, que a tener estabilidad laboral o ganar más dinero. Dicen los pequeños que no quieren ser como sus padres, y mientras los niños prefieren ser futbolistas, policías o ingenieros, las niñas dicen querer dedicarse a ser profesoras, veterinarias o doctoras.
Pero, ¿Qué es un buen ambiente de trabajo?. Nos referimos a una filosofía de empresa en la que el trabajador se siente contribuyendo al éxito de de la misma, bien con su nivel de formación, bien con su sentido de responsabilidad, su maestría o su capacidad de trabajo. Estos ambientes de trabajo, suelen fomentar mucho el trabajo en equipo y la toma de decisiones es, fruto del diálogo abierto y constructivo. También la búsqueda de soluciones ante los problemas y nuevos retos, es consensuada o, al menos consultada con los trabajadores. Aspectos que marcan la diferencia entre un buen ambiente y un mal ambiente, y en los que tiene mucho que decir el líder, ya que estar en un puesto de mando, implica poner toda la perseverancia y el esfuerzo necesarios para que los trabajadores realicen bien lo que tienen encomendado, y se sientan parte de la empresa.
Un buen ambiente de trabajo se está convirtiendo en un lujo, y a tenor de lo dicho, parece más fácil negociar unas buenas condiciones económicas en un ambiente de trabajo en el que uno se siente a gusto, que conseguir que un ambiente de trabajo contaminante (aunque el puesto de trabajo económicamente sea atractivo), mejore. No hay sueldo que compense tanto malestar.
Dionisio Contreras Casado Educador Social. Experto en Drogodependencias. Formador de Inteligencia Emocional.
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