Por Talia Soldevila
La procrastinación – una palabra extraña que parece un trabalenguas y es fonéticamente complicado, tiene su raíz en el latín ‘pro’ (hacia delante) y ‘crastinus’ (mañana). Su significado es posponer, diferir o aplazar. Todos procrastinamos en algún momento dejando lo realmente importante para luego pero cuando se hace sistemáticamente se puede convertir en un problema y, a veces, grave. Cuando no es grave la palabra que solemos utilizar es pereza.
El “procrastinador” realizará múltiples tareas de menor importancia o urgencia (incluso se las inventará) para no tener que enfrentarse a aquello que es realmente importante – de esta manera siempre tiene una excusa para no abordar enseguida lo que encabeza su lista de tareas. Es una manera de evitar de la realidad y puede llegar a ser un trastorno del comportamiento.
¿Por qué ahora parece ser que la procrastinación es un hecho que va en aumento? Pues, es simple: nuestras vidas van a mil por hora y están colmadas de inputs innecesarios. Lidiamos a diario con nuestro trabajo, las tareas domésticas, los hijos, los padres, los amigos, las vacaciones, las reuniones, las negociaciones, la colada, las redes sociales, los compañeros de trabajo, Internet, el supermercado, la salida con la familia, los clientes, la compra, la venta, contestar el correo, hacer llamadas, recibir llamadas, los SMS. ¿….sigo….?
¿Qué produce esta locura de tareas con las cuales nos enfrentamos casi a diario? Caos, falta de gestión del tiempo y la falta de capacidad para establecer prioridades. Este caos entonces se extiende a prácticamente todas las áreas de nuestra vida y la gestión del tiempo se convierte en una nebulosa en la cual nos perdemos. Además, el caos se traduce en insatisfacción constante porque jamás llegamos a la satisfacción de tenerlo todo hecho con lo que, es fácil, que acabemos dedicando más tiempo a cosas que nos satisfacen más pero que no son importantes/prioritarias, (entrar en nuestra página de Facebook o abrir cada enlace o PowerPoint que invade nuestra bandeja de entrada).
El Coaching Asistido con Caballos puede ayudar, y mucho, a las personas que se ven sumergidas en la práctica, a veces compulsiva, de la procrastinación. Los caballos responden ante cualquier incongruencia emocional y la práctica de la procrastinación lleva a una incongruencia emocional; nos pesa como una losa todo aquello que sabemos que deberíamos hacer pero que dejamos para el último momento. Las actividades con los caballos durante una sesión son muy simples pero requieren creatividad, pensamiento lateral y un orden. El escenario recreado durante una actividad será metafórico de una área determinada en la vida del coachee y la respuesta de éste para resolver la actividad será reflejo de cómo se maneja en una situación similar. La actividad y el escenario son una metáfora de cualquier área de la vida del coachee que le permiten dar una respuesta para resolver la actividad y que será el reflejo de cómo se maneja en situaciones similares, pero reales. La respuesta del caballo será lo que finalmente nos dé la información del grado de congruencia y presencia que tiene el coachee. Es decir, trabajamos la situación.
En este último año he tenido varios casos de clientes con el hábito de procrastinar. Las razones de por qué vinieron son diferentes pero el denominador común fue la falta de organización, el desorden en sus vidas y el sentimiento de desconcierto que les causaba. También hubo un nexo de unión una vez cada uno había comenzado las sesiones con los caballos: el autoengaño.
Mediante actividades muy sencillas, pero muy estructuradas, buscábamos cual era el “tema importante” que se debía priorizar. En realidad fue muy sencillo porque cuando el coachee verbalizaba la priorización de algún tema que no era realmente relevante, en cada ocasión los caballos reflejaban la incongruencia interna del coachee de diversas maneras: alejándose, literalmente destruyendo alguna parte de un circuito que habíamos montado y nombrado con el “tema importante”, empujándole, etc. Pero, en cuanto el coachee daba en el clavo y reconocía que debía priorizar y resolver un tema que realmente era importante, los caballos acompañaban y mostraban tranquilidad, hasta empatía. Esto nos permitía avanzar a grandes pasos.
La retroalimentación de los caballos siempre es tan sincera que jamás deja lugar a dudas. Aquí no hay trucos ni magia, es tan sencillo como que en el fondo el coachee ya sabe la verdad pero le cuesta reconocerlo porque se ve sumergido en esa nebulosa de tareas.
Destaco un cliente en particular que durante la cuarta sesión comenzó a reconocer que su trabajo no le llenaba. Deseaba invertir todos sus esfuerzos en un nuevo proyecto que, pese a que no le garantizaba un ingreso económico estable, sí le colmaba de alegría. Descubrió con los caballos que siguiendo su propósito y pasión la alegría podía ser un buen substituto a la diferencia de dinero que dejaba de ganar con un trabajo que no le llenaba. Descubrió también que, cada vez que expresaba algo desde el convencimiento y la pasión los caballos le respondían de una manera espectacular, en cambio al revés era muy complicado encontrar su colaboración. De esta manera, el coachee también aprendió cómo se sentía corpóreamente cuando estaba congruente y cuando no lo estaba. Entendió también que su falta de motivación le conducía a desempeñar otras tareas menos importantes para no tener que enfrentarse con el malestar de un trabajo que no le satisfacía.
¿Qué produjo la procrastinación de este cliente ?
- Falta de pasión por el trabajo que desempeñaba = Postergar tareas relacionadas con un trabajo que no le llenaba.
- Miedo al fracaso por no sentir implicación en un trabajo que no le llenaba = Ocuparse de otras cosas para huir de su verdad.
- Mala gestión del tiempo = Estrés causado por dejarlo todo para el último minuto.
- Problemas sociales con amigos y familia = Relaciones insatisfactorias causadas por su estado de ánimo.
- Mal estar continuo = Estado de enfado y frustración permanente.
- Sensación de no llegar nunca = Baja autoestima.
Le propuse actividades que reflejaban metafóricamente cómo resolvería la situación y cómo gestionaría su tiempo. Aprendió a dividir las tareas importantes en partes para que resultaran ser menos agobiantes y vivenció de qué manera se sentía más cómodo y cuándo se le escapaba de las manos y comenzaba a procrastinar! Esto lo hacía de una manera tan obvia que era difícil que no se diera cuenta: desde arreglar una cuerda que el caballo había movido hasta repetir un circuito desde el principio porque el caballo había derribado un pequeño obstáculo sin haberlo finalizado. Con pequeñas observaciones limpias durante el desarrollo de las actividades fue suficiente para que se diera cuenta de cómo dispersaba su atención y tiempo en cosas menos importantes para eludir lo que era importante.
Hoy en día esta persona ha dejado su antiguo trabajo y se dedica de lleno a una profesión que le motiva y le apasiona. Sus relaciones sociales y familiares, gestión del tiempo, estado de ánimo, autoestima y sobre todo, cómo prioriza las tareas ya no son un obstáculo. En 10 sesiones, a lo largo de 3 meses, el Coaching Asistido con Caballos consiguió un cambio radical porque los caballos le proveyeron con una clara visión de cómo se sentía en realidad y qué tenía que hacer para llegar a su objetivo – ser feliz.
Talia Soldevila
Directora de programas CAC para TISOC
Fundadora y Directora de EQUILIBRI.
Coach Certificada por TISOC.
Especialista Equino.
Autora de “EL MAESTRO EQUINO” (primer libro/DVD en castellano sobre CAC).