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Por Rafael Adame Carballido

Qué duda cabe de que todos, de una manera u otra, tenemos responsabilidad sobre alguna cosa. La responsabilidad, la mayor parte de las ocasiones, genera algún tipo de estrés, tal vez poco, pero algo genera. Hay personas que de la responsabilidad, por pequeña que ésta sea, hace una montaña inexpugnable que convierte su vida en un calvario, llena de sufrimiento y de insatisfacción. Algunas de ellas piensan que es mejor no tener responsabilidad de nada, ni siquiera de sus propias vidas.

Hay algo maravilloso en eso de no ser responsable, hay algo que satisface. ¿Qué es lo bueno de no ser responsable? Si no eres responsable no tienes la culpa de nada. Hermoso, “yo no tengo la culpa”, por tanto “soy inocente”. Son los otros los responsables, el mundo, el entorno, la crisis, el gobierno, quien sea menos yo.

La satisfacción de ser inocente plantea una seria cuestión: ¿qué tiene que suceder para que las cosas sean como a mi gusta? Por ejemplo, si siempre llego tarde al trabajo por culpa del tráfico, ¿cuándo llegaré a tiempo al trabajo?, ¿cuando el tráfico sea fluido? ¿puedo yo hacer que el tráfico sea fluido? Excepto que trabajes en el ministerio competente en la materia, lo más probable es que no puedas controlar el tráfico, por tanto nunca vas a llegar a tiempo al trabajo. La única manera de llegar a tiempo será tomando responsabilidad en el asunto y saliendo antes de casa.

Este es un ejemplo muy sencillo y fácil de entender, hay cientos de situaciones en las que ponemos la responsabilidad, la culpa, fuera de nosotros. Las personas que practican esta técnica, la mayoría de las veces, no son conscientes del estrés que se están poniendo de forma totalmente gratuita. Poner la responsabilidad fuera de nosotros significa ceder el control de aquello que nos pasa a otro ente o persona. Eso genera sensación de impotencia puesto que no podemos cambiar a los demás, ya les gustaría a muchos poder cambiar a los demás, pero no es así. Cuando cuentan la historia de forma que no tienen nada que ver con el problema, en realidad están diciendo que tampoco tienen  nada que ver con la solución.

Esta forma de vivir tiene un inconveniente y es que si decides que no tienes posibilidad de alterar tu vida, porque las cosas que te pasan son decisión de otro, dependerás de otro para ser feliz; si el mundo te trata bien serás feliz, si el mundo te trata mal serás infeliz, como si tu no pudieras hacer nada para influir en cómo te trata el mundo.

Tu decides, la responsabilidad genera un tipo de estrés, la inocencia genera otro diferente, pero estrés al fin y al cabo.

Rafael Adame Carballido
Coach Certificado Personal y Ejecutivo por TISOC.

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