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Silvia Vaello

Creatividad y coaching. Fusión sin límites

Silvia Vaello

autores@tisoc.com

 

       Si miras a tu alrededor, ya sea con ojos risueños o taciturnos, te darás cuenta de que el mundo es mucho más que el ir y venir de los acontecimientos, más que la acumulación de experiencias buenas o malas, mucho más que el registro de emociones. El mundo es pura creatividad; animal, planta, piedra o ser humano da igual, todo forma parte de una única esencia: la creatividad.

   

       Creatividad significa adaptación, imaginación, construcción, originalidad, evolución, libertad interior. La creatividad en sí es iluminadora. El proceso creativo se asemeja al espiritual, en el cual el ser creador pierde conciencia de su individualidad y se convierte en esclavo de una locura transitoria en la que no existe nada más que el acto de crear. La creatividad como método de reinvención de uno mismo y sus circunstancias.

       Pero lamentablemente, la creatividad, como casi todo, también  puede ser llevada  a extremos y utilizarse para fines egoístas o para satisfacer retorcidos placeres de la mente. Constantemente nos avasallan con noticias estremecedoras de nuevas maneras de extorsión, robo, violación, chantaje, fraude, etc.

       La sociedad ha utilizado su propia creatividad como defensa, para innovar métodos de represión de esos bloques violentos, formas alternativas para combatir, leyes y juramentos que forman parte de la cultura y que intentan conseguir el equilibrio a base de control. Esto puede llevar a muchas personas a desarrollar un bloqueo creativo que no les deja encontrar el camino de su autorrealización. Por ello ensalza y admira a todo aquel que expresa libremente su creatividad de manera fiel a sus principios, aunque esta última frase puede originar varias horas de discusión moral.

       Hasta ahora la creatividad se ha dejado para los locos, los inconformistas, los rebeldes, los héroes, los ingenuos, los narcisistas, los inteligentes, los testarudos… ¿Acaso no se necesita creatividad para salvar vidas, para gobernar un país o para llegar a fin de mes con mil euros y cuatro miembros de familia?

       Desarrollar la creatividad significa romper las cadenas de lo que ya está establecido, empezar a pensar con libertad y  a considerar las  ideas propias como importantes. Esto nos da mucho miedo.

       Cuando un animal tiene miedo, huye o ataca. El ser humano hace exactamente lo mismo, pero además, intenta controlar ese miedo. Y el mayor temor de todos es el miedo al cambio: de status social, de casa, de trabajo y amistades, de vida (boda, nacimiento de un hijo, muerte…).


       ¿Cómo afrontarlo? La palabra afrontar tiene connotaciones agresivas, sólo con oírla, la pereza se instala en nuestro interior; creemos que debemos luchar, gritar, arrastrar, imponer, pero estamos muy lejos de resolver ese asunto.
Empezamos realizando una pregunta equivocada y, por lo tanto, los siguientes interrogantes también serán erróneos.

– ¿Cómo proceder para que el cambio no sea una amenaza?

– ¿A qué tenemos miedo?

– ¿Qué nos impide cambiar?

 

       En su libro Pedagogía de la creatividad,  Michel  Fustier indica que todavía hoy existen prejuicios  acerca de que la perfección ha de ser algo inamovible y la imperfección es lo movible, lo que cambia y se transforma, por lo tanto, basándonos en esto podemos deducir que el miedo al cambio es algo injustificado y  cultural.

– ¿Cuál es mi idea de una vida perfecta?

– ¿Es esa idea de vida perfecta heredada o surge del interior?

– ¿Esa imagen de perfección que me he creado hace que mi corazón anhele alcanzarlo?

– ¿Qué sentimientos me provoca mi concepto de perfección?

        Si nos entrenamos diariamente para ser creativos, nos daremos cuenta de que esos cambios que antes nos daban tanto miedo son oportunidades para crecer y experimentar: una oportunidad llena de riqueza espiritual.

       Pero, ¿qué significa exactamente creatividad? ¿Por qué utilizamos el término ser creativo? Una definición muy habitual es la siguiente: La creatividad es la capacidad de producir respuestas originales a cualquier problema. Aquí es donde el coaching entra en acción:

       Siempre aplazamos nuestros sueños con excusas que nos imponemos, con obligaciones y deberes. Creemos que nuestra imaginación nos está traicionando porque las metas deseadas nos parecen imposibles de conseguir. Creemos que despertaremos un día y se habrá abierto una brecha en esa pared contra la que constantemente nos golpeamos.  Eso ocurre porque no nos estamos realizando las preguntas adecuadas.

       Un buen análisis de la situación,  el desarrollo del pensamiento creativo y el planteamiento de una estrategia logran compaginar esos deberes y obligaciones con el cumplimiento de lo que de verdad deseamos. La inspiración y la planificación no tienen porque estar en polos opuestos, su fusión nos acerca a la idea de perfección que cada uno tiene de su propia realidad.

       ¿Qué clase de ser creativo quieres ser?

        No pongas límites a tu imaginación.

(La autora se ha formado como Coach Personal en Tisoc, y actualmente trabaja como coach creativa y literaria.).

 

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