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Por Lic. Manuel Enrique Rovira Ugalde

Ciencia-Arte basada en los sistemas adaptativos complejos (SAC)

“Siempre hay esperanza y oportunidad para cambiar porque siempre hay oportunidad para aprender”
Virginia Satir

“Lo que conduce y arrastra al mundo no son las maquinas, sino las ideas”
Víctor Hugo

“Quien quiera enseñarnos la verdad que no nos la diga. Que nos sitúe de tal modo que la podamos descubrir nosotros mismos”
José Ortega y Gasset

El coaching es solo uno, sus apellidos y adopciones son matices que tienen fundamentalmente fines mercadológicos que provocan más confusión que claridad en el tema.

Con esto, no estoy desvirtuando las diferentes aplicaciones que tiene el coaching en diferentes campos de las actividad humana y organizacional, no obstante, permítanme decirles que todas sus derivaciones tienen una raíz común, que es el llamado aprendizaje transformacional que nos permite conocer el ser que somos y a partir de allí transformarnos voluntariamente en el ser que queremos llegar a ser, posibilitando a los coachee ver con nuevos ojos los viejos territorios, abriendo, por ello, un mundo pleno de nuevas oportunidades.

Por ser el aprendizaje transformacional el punto de apoyo del coaching, veamos lo que dice Rafael Echeverría sobre el tema: “el aprendizaje transformacional se realiza en el centro del observador que somos, en nuestro “núcleo duro”, que por lo general es muy estable. Él está conformado por diversos elementos (distinciones, juicios, emociones, posturas, etc.) que definen una manera particular de estar-en-el-mundo. Una determinada manera de pararse en la vida, una forma particular de hacer sentido de lo que nos acontece y de la cual derivan patrones estables de comportamiento. En este núcleo duro reside lo que llamamos el alma humana, esa forma particular de ser que nos caracteriza a cada individuo y que llevamos con nosotros de una situación de vida a otra.

Allí reside lo que también llamamos nuestra particular estructura de coherencia. Cuando el aprendizaje penetra en el núcleo duro del observador, una nueva modalidad de aprendizaje se inaugura. Lo llamamos “aprendizaje transformacional”. Ello implica la transformación de las coordenadas estables y habituales del observador. Modificar ese núcleo duro, alterar nuestra estructura de coherencia, tocar y ayudar a modificar el alma de otro ser humano es el objetivo último que encierra la posibilidad del coaching ontológico”.

Entonces el coaching es la ciencia y el arte que asiste en la transformación de las personas, posibilitándoles el traslado de una forma de ser inicial de ser, a una situación deseada. El coaching actúa por medio del coach, quién actúa como catalizador provocando constantemente al pupilo para que éste descubra sus propias respuestas.

Al respecto decía Albert Einstein: “Experiencia es aprendizaje, el resto es información”. En la sociedad del conocimiento el mejor laboratorio para experimentar lo tenemos todos a disposición veinticuatro horas al día, pesa alrededor de mil trescientos gramos, tiene un color grisáceo y se llama cerebro. Es allí donde todo se inicia siempre, es allí, entonces donde se inicia el aprendizaje transformacional.

Entonces, si bien es cierto, los diferentes métodos pueden ser útiles, son solo eso, métodos e instrumentos, pero para que los instrumentos aporten se necesita el virtuoso que los toque y saque de ellos lo mejor, el coach es ese virtuoso. No obstante, la partitura que debe tocar el coach no está escrita, no es una sinfonía mecánicamente estructurada, sino una pieza de jazz inédita que necesita ser improvisada creativamente, cual jamming.

No hay nada menos creativo y menos innovador que seguir el camino trazado por otros, adaptarse al promedio o a lo que la mayoría hace. La mediocridad es el resultado de ser copia, de no reconocer la singularidad que mora dentro de cada uno de nosotros, al respecto José ingenieros, autor del libro El hombre mediocre” afirma: Al que dice «Igualdad o muerte», replica la naturaleza «la igualdad es la muerte». El coaching está enfocado a evidenciar que son las diferencias entre las personas la energía vital que conduce a las organizaciones a situarse en lugares donde nunca ninguna ha estado.

Todos los procesos de coaching, todos los coaches y todos los pupilos son diferentes, y lograron su condición por senderos distintos.

Así que apegarse a métodos milagrosos como medio para tratar el coaching no solo es una quimera, sino una forma de desvirtuar desde su raíz lo que realmente es el coaching.

La estandarización burocrática conduce a la mediocridad y a la pérdida de ilusión por hacer las cosas mejor siempre, sin importar lo bien que se estén haciendo. Infortunadamente, esta mediocridad ha calado hasta hacernos llegar a creer que la línea recta es la distancia más corta entre dos puntos, sin tomar consciencia que solo es cierto en la geometría plana. En la vida que nos toca
vivir todos los días, no hay atajos, no existe a priori el mejor camino, el más eficiente, la realidad es que el camino se hace al andar como dice el poeta Antonio Machado.

Cada uno de nosotros somos ese caminante que en ese transitar percibe el coaching como la luz del faro que sirve de guía mediante un proceso de preguntas dialogadas.

Cuando percibimos el coaching como sistema cerrado o mecánico, lo lógico es abordarlo mediante los paradigmas del método científico propio de la ciencias exactas. Este error, muy común, produce resultados incompatibles con lo pregonado por el coaching, haciendo que éste pierda confiabilidad y se ponga en descrédito.

Este fenómeno es evidenciado por Mark Twain al decir: “Si la única herramienta que tiene es un martillo, pensará que cada problema que surge es un clavo”. Parafraseando a Mark Twain, si lo único que se tiene a mano son herramientas propias de los sistemas mecánicos, entonces utilicémoslas para tratar sistemas abiertos o sociales. Y eso es lo que se ha estado haciendo y los resultados lo evidencian.

Entonces debemos estar claros que para realizar una intervención de coaching en las empresas o en las personas, el coach debe entender la singularidad de la situación y a partir de ella identificar involucrativa y participativamente con los coaches, los resultados deseados así como trazar la trocha y acompañarlos en el camino que los acerque a dichos resultados.

Es por ello que el coach debe ser una persona de mente abierta y flexible, preparada y conocedora de la filosofía del arte y la ciencia del coaching, de la nueva ciencia, de la ontología del lenguaje y de las sinergias que su interacción producen.

Concluimos entonces que el coaching:

  • No es una técnica, sino una filosofía de vida empresarial y personal.
  • Solo puede dar frutos en empresas que se transforman constantemente y están orientadas por la gestión de talentos y el conocimiento.
  • No da sus frutos cuando la administración esta cimentada en el control, la jerarquía, la repetición, la burocracia y la desconfianza, todos ellos pilares de la administración es ortodoxa.
  • Es una ciencia-arte que se desarrolla desde lo más profundo de lo que el ser es.
  • Es la capacidad humana para transportarse desde una situación actual a una situación futura deseada.
  • No da frutos en empresas sobre-administradas que visualizan a los empleados como un recurso.
  • Siempre está en ebullición, cambio y evolución.
  • Sus vertientes son la ontología del lenguaje, la nueva ciencia y los conceptos de coaching como energía de avance.
  • Está basado en el aprendizaje transformacional y en los sistemas complejos adaptativos.
  • Forma parte de una cultura de empresa caracterizada por el aprendizaje en equipo, el liderazgo, la valoración de los talentos, la promoción de la creatividad y la innovación, la resiliencia, la auto-organización, la sinergia y la valoración de las personas que conforman la empresa.
  • No es una moda, ni tampoco una actividad independiente de los sistemas administrativos seguidos por las empresas.
  • Es consecuencia de un cambio radical de paradigmas, que abandone la concepción mecanicista de la empresa y de las personas, y adopte los paradigmas de los sistemas orgánicos o abiertos.

Por Lic. Manuel Enrique Rovira Ugalde, Coach-Consultor. San José, Costa Rica

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