Por Angel Salvador Asensio
Los sueños, alcoba donde descansan pasiones que fingen estar dormidas, cuyos anhelos despiertan alegría de vivir; imaginación y fantasía que se transforma en ilusión para dar vida al deseo que yace suspendido sobre la nada de nuestra mente; emociones que nos conducen a efectuar acciones con el propósito de lograr objetivos en nuestra vida; visiones que escenifican deseos proyectados hacia el futuro que nos empujan a seguir hacia delante hasta alcanzar la materialización…
Si según F. Nietzsche nada nos pertenece en propiedad más que nuestros sueños ¿Por qué los dejamos de lado, ignorándolos y ninguneándolos? ¿Por qué renunciamos a luchar por ellos? ¿Por qué los abandonamos?
En ocasiones, conseguir aquello que soñamos puede exigirnos un cambio de mentalidad o una serie de cambios en nuestra conducta, actitud o comportamiento e incluso un cambio sustancial en nuestro modo de vida que nos invita a tomar decisiones de gran relevancia y trascendencia, para posteriormente pasar a la acción y consumar el verdadero cambio personal.
Todo proceso de cambio comienza a hacerse efectivo tras la toma de una decisión cargada de intención, cuya ejecución podría verse condicionada por pensamientos fluctuantes de nuestra mente acerca de los posibles resultados que se obtendrían en un futuro, si se llevasen a cabo los planes de acción preestablecidos.
En nuestros sueños se reflejan las ganas que tenemos de conseguir algo, así como lo que sentimos que conseguiremos si hacemos lo que nos habíamos propuesto hacer.
Pero, ¿que ocurre si sobre ellos planea la sombra de la duda?
En la propia noción de acción va implícita la incertidumbre del futuro. En ocasiones, el que actuemos y que el futuro resulte relativamente incierto nos conduce hacia un cuestionamiento constante acerca de un hipotético resultado, fruto de las dudas que se han ido sembrando, que hacen que elijamos el miedo y con el, la comodidad, el conformismo y el inmovilismo.
El miedo obstaculiza constantemente la materialización de tus sueños, apartándote de la realidad y haciéndote entrar en un mundo subjetivo, desbordante y paralizante que te impide avanzar y que cuestiona lo que habías decidido hacer a la vez que pronostica el resultado antes de que este se haya producido.
Por todo esto, es clave aprender cómo acallar la mente.
¿Sirve desear algo y no hacer nada para conseguirlo?
Elegir el miedo en tu vida, tarde o temprano te hace caer en el resentimiento, el remordimiento y el arrepentimiento de no haber luchado por aquello tan soñado que pudo haber sido y no fue, porque no te atreviste a intentarlo por culpa del temor a perder, cuando en realidad ya habías perdido.
¿Cuántas puertas has dejado de abrir por miedo a arriesgarte? ¿Cuántas veces has perdido la libertad y has muerto por dentro, solamente por sentir miedo a abrir la puerta que conducía a tus sueños?
La mente es manipulada muy fácilmente por el miedo y te engaña ya que se creé las dudas e incertidumbres que tienes. Sus palabras preferidas son “que pasa si” y ¿que pasa si sucede aquello? Aunque tal vez ninguna de estas cosas tenga lugar y lo más probable es que ninguna de estas cosas tendrá lugar, estas frases seguirán resonando en voz alta en tu cabeza.
Tienes que entender que a la mente protectora no necesariamente se la tiene que creer, porque su propósito es anticipar dolor. Y dado que la anticipación esta basada en el futuro y este solo existe en tu imaginación, el miedo no existe más que en tu cabeza. El propósito de la mente es mantenerte seguro en un sitio fuera de todo peligro.
¿Cómo puedo superar mi miedo y alcanzar mis sueños?
Debes comprender que la mejor manera de dominar tu miedo es no intentar deshacerte de el sino tratar de domesticarlo. Debes escucharlo, reconociendo lo que sientes y pasar a la acción a pesar de todo.
El miedo en si no ejerce un poder real sobre ti. Eres tu quien confiere poder al miedo. Si ves al miedo como una voz condicionada por el pasado y proyectada hacia el futuro, comprenderás que nada de lo que te dice tiene porque producirse por muy malas experiencias que hayas podido tener antes.
A partir de ahora comienza a actuar sin tener presente el miedo, actúa como si no pudieras fallar y observa los resultados.
Si no es ahora, ¿Cuándo? Si no eres tu ¿Quién? Si no es aquí ¿Dónde?